
Hace unos 5000 años, cuando las mujeres dejaron de tener sus sitios de jerarquía y pasaron a adorarse a dioses guerreros, la mujer ocupa un segundo lugar, justamente porque tiene estos procesos naturales que requieren sus tiempos propios, lo que interfiere con el pensamiento lineal, la productividad y la eficiencia, lo que se considera una enorme pérdida de tiempo. Menstruar no parecía compatible con invadir países y extraer petróleo de bases marinas.
En verdad, algo tan silvestre, espontáneo e imprevisible como la menstruación, que puede ponernos en un estado alterados y requerir que precises estricta soledad, no cuaja con los parámetros masculinos de una reunión de directorio donde cada uno tiene un turno para hablar, tomar apuntes y decisiones definitorias en un tiempo limitado y prefijado. La menstruación va en contra de toda regla civilizada, que marca tiempos fijos para que sucedan las cosas. Nuestro proceso interior es absolutamente anárquico y rebelde.
Por ende nos impulsan a ignorarlo y ocultarlo.
Y así, por meternos a las reglas de lo regulado, pautado y programado, acabamos suprimiendo el momento más creativo y espiritual del mes para muchas mujeres. Se trata de una quinientas semanas, 3500 días de inspiración y guía que arrojamos a la basura mes tras mes. Chicas: ¡qué pena!
¿No es mejor reconocer su calidad salvaje y anárquica y amoldarnos a su naturaleza orgánica, haciéndole caso a los tiempos femeninos y no masculinos?
En toda pareja, los tiempos son un tema conflictivo. Estás por salir con tu marido, y el te dice que le avises cuando estés lista, porque el se preparará en un minuto. Tu te bañas, peinas, vistes y maquillas y él sigue mirando la tele con ropa sucia. Cuando le dices “estoy lista”, él se mete en la ducha y se toma otra media hora en elegir la ropa. Tu que ya estabas lista te pones a cocinar algo, a coser un botón o te sientas en al compu a responder mensajes. Pasan dos horas y el no sale de la habitación. Vas a ver que pasa, que ya llegarán tarde a todas partes, y lo ves otra ves mirando la tele en la cama. “¿No era que estabas listo en seguida?” le preguntas. Y el responde: “Estoy listo, pero como vi que estabas en la computadora haciendo otra cosa, me acosté a esperarte…” ¿Esperarte? ¡Ni te dijo que te estaba esperando! Con esto vemos que él cree que una hora es “enseguida” y que si tu lo estas esperando, la que demora la salida eres tú. El concepto del tiempo entre hombres y mujeres es muy distinto. Y además ellos hacen esto de puro fóbicos, para no tener que salir de casa jamás. Su programa más perfecto es mirara la tele, seguido por mirara la tele, y si llueve, mirar la tele.
Entonces está claro que no van a aceptar algo tan distinto a mirar la tele como la menstruación: haces zapping y …¡ sigue ahí!
A través del ciclo menstrual las mujeres nos conectamos con los ritmos naturales, con la danza cíclica de todas las cosas. La ovulación y la menstruación reproduce en nuestro en cuerpo la historia de las estrellas pulsátiles, que crecen y se encogen, y vuelven a crecer, liberando luz y energía con cada ciclo. Llevamos una marea de energías internas similar al ciclo lunar. Midiendo el tiempo con nuestro reloj natural, profundizamos nuestra experiencia en los misterios de la vida y la muerte. Sabemos mejor que nadie que la vida es crecer, cambiar, florecer, transformarse y renacer …¡ no es tirarse en la cama a hacer zapping diciendo “yo ya estoy listo, te estoy esperando a ti”!
La sociedad machista no está dispuesta a reconocer que en esos dias a las mujeres nos pasa algo diferente. Entonces nivela para abajo, incitando a las mujeres a vivir los días de menstruación como si fueran un día más como los otros, a no percibir que nada sucede en tu cuerpo, a no ver ni oler ni sentir la sangre menstrual, a usar jeans ajustados, andar a caballo, y bailar con un vestidito de seda blanca, como si nada estuviera sucediendo. Los anticonceptivos orales anulan o falsean los ciclos naturales. Nos sentimos desgraciadas cuando se nos mancha la ropa o se nos acaban los tampones. No es de sorprenderse de que arrastremos tantos síntomas y malestares rodeando estos días. Despreciando nuestro ciclo, nos perdemos a posibilidad de valorar todo el poder femenino que nos trae cada menstruación.
Dicen muchos expertos que el rechazo a la menstruación simboliza el rechazo a la feminidad. El tabú que rodea a la menstruación produce en las mujeres la falta de autoconfianza y autoaceptación. Hablar de “síndrome premenstrual” convierte a la menstruación en una enfermedad. Tal vez cambiarían las cosas si se hablase de “la fuerza premenstrual”, “ el goce premenstrual” o hasta “ la orgía premenstrual” , y aprender a transitar estos dias aprovechando la energía que despiertan, más que padecerlos. La menstruación debería ser un período de reflexión y meditación, en el que aprovechamos la hipersensibilidad para tomar más conciencia de los colores, los sonidos, los sabores y otras sensaciones. Dicen también que durante la menstruacion se te abre el chakra cardíaco y nace una energía poderosa que no percibimos, desechamos y desperdiciamos. Al desperdiciarla se transforma en dolor, en molestias y broncas. Pero conviene estar alertas a cuando viene la menstruación para aprovechar toda la sabiduría que ella nos trae.
En vez de luchar en contra de tu menstruación , déjala fluir como una marea atraida por la luna.
Toda la sociedad nos priva de esta experiencia, porque los hombres se ponen celosos de que tengamos este ciclo tan natural y salvaje como un árbol que da sus frutos y flores.
Darle bolilla a tus necesidades durante la menstruación te harán una mujer mas en contacto contigo misma, menos enojada con tus ciclos vitales, mas en contacto con la naturaleza y más sana. No aceptar la menstruacion equivale a no aceptar un fenómeno unico. La respiración y la digestión la hacemos todos, pero la menstruación es únicamente femenina.
Dándole el espacio que merece a algo tan normal y fantástico como la menstruación, quitaremos de encima el trabajo enorme que presupone tener que ocultarla, los disimulos con nuestros hijos y hermanos, las palabras en código con nuestras compañeras, la haremos parte inseparable de nuestras vidas y un motivo de alegría y orgullo. En vez de escondernos cuando menstruamos…¡mostrémosle al mundo cómo es ser una mujer!.
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