miércoles, 13 de agosto de 2014

Una vez por mes, la mitad de la población adulta del mundo que no está embarazada o menopáusica, pierde sangre. Es el único momento de la vida de una persona junto con el parto en que uno sangra sin estar herido.
Hace unos 5000 años, cuando las mujeres dejaron de tener sus sitios de jerarquía y pasaron a adorarse a dioses guerreros, la mujer ocupa un segundo lugar, justamente porque tiene estos procesos naturales que requieren sus tiempos propios, lo que interfiere con el pensamiento lineal, la productividad y la eficiencia, lo que se considera una enorme pérdida de tiempo. Menstruar no parecía compatible con invadir países y extraer petróleo de bases marinas.
En verdad, algo tan silvestre, espontáneo e imprevisible como la menstruación, que puede ponernos en un estado alterados y requerir que precises estricta soledad, no cuaja con los parámetros masculinos de una reunión de directorio donde cada uno tiene un turno para hablar, tomar apuntes y decisiones definitorias en un tiempo limitado y prefijado. La menstruación va en contra de toda regla civilizada, que marca tiempos fijos para que sucedan las cosas. Nuestro proceso interior es absolutamente anárquico y rebelde.
Por ende nos impulsan a ignorarlo y ocultarlo.
Y así, por meternos a las reglas de lo regulado, pautado y programado, acabamos suprimiendo el momento más creativo y espiritual del mes para muchas mujeres. Se trata de una quinientas semanas, 3500 días de inspiración y guía que arrojamos a la basura mes tras mes. Chicas: ¡qué pena!
¿No es mejor reconocer su calidad salvaje y anárquica y amoldarnos a su naturaleza orgánica, haciéndole caso a los tiempos femeninos y no masculinos?
En toda pareja, los tiempos son un tema conflictivo. Estás por salir con tu marido, y el te dice que le avises cuando estés lista, porque el se preparará en un minuto. Tu te bañas, peinas, vistes y maquillas y él sigue mirando la tele con ropa sucia. Cuando le dices “estoy lista”, él se mete en la ducha y se toma otra media hora en elegir la ropa. Tu que ya estabas lista te pones a cocinar algo, a coser un botón o te sientas en al compu a responder mensajes. Pasan dos horas y el no sale de la habitación. Vas a ver que pasa, que ya llegarán tarde a todas partes, y lo ves otra ves mirando la tele en la cama. “¿No era que estabas listo en seguida?” le preguntas. Y el responde: “Estoy listo, pero como vi que estabas en la computadora haciendo otra cosa, me acosté a esperarte…” ¿Esperarte? ¡Ni te dijo que te estaba esperando! Con esto vemos que él cree que una hora es “enseguida” y que si tu lo estas esperando, la que demora la salida eres tú. El concepto del tiempo entre hombres y mujeres es muy distinto. Y además ellos hacen esto de puro fóbicos, para no tener que salir de casa jamás. Su programa más perfecto es mirara la tele, seguido por mirara la tele, y si llueve, mirar la tele.
Entonces está claro que no van a aceptar algo tan distinto a mirar la tele como la menstruación: haces zapping y …¡ sigue ahí!


A través del ciclo menstrual las mujeres nos conectamos con los ritmos naturales, con la danza cíclica de todas las cosas. La ovulación y la menstruación reproduce en nuestro en cuerpo la historia de las estrellas pulsátiles, que crecen y se encogen, y vuelven a crecer, liberando luz y energía con cada ciclo. Llevamos una marea de energías internas similar al ciclo lunar. Midiendo el tiempo con nuestro reloj natural, profundizamos nuestra experiencia en los misterios de la vida y la muerte. Sabemos mejor que nadie que la vida es crecer, cambiar, florecer, transformarse y renacer …¡ no es tirarse en la cama a hacer zapping diciendo “yo ya estoy listo, te estoy esperando a ti”!
La sociedad machista no está dispuesta a reconocer que en esos dias a las mujeres nos pasa algo diferente. Entonces nivela para abajo, incitando a las mujeres a vivir los días de menstruación como si fueran un día más como los otros, a no percibir que nada sucede en tu cuerpo, a no ver ni oler ni sentir la sangre menstrual, a usar jeans ajustados, andar a caballo, y bailar con un vestidito de seda blanca, como si nada estuviera sucediendo. Los anticonceptivos orales anulan o falsean los ciclos naturales. Nos sentimos desgraciadas cuando se nos mancha la ropa o se nos acaban los tampones. No es de sorprenderse de que arrastremos tantos síntomas y malestares rodeando estos días. Despreciando nuestro ciclo, nos perdemos a posibilidad de valorar todo el poder femenino que nos trae cada menstruación.
Dicen muchos expertos que el rechazo a la menstruación simboliza el rechazo a la feminidad. El tabú que rodea a la menstruación produce en las mujeres la falta de autoconfianza y autoaceptación. Hablar de “síndrome premenstrual” convierte a la menstruación en una enfermedad. Tal vez cambiarían las cosas si se hablase de “la fuerza premenstrual”, “ el goce premenstrual” o hasta “ la orgía premenstrual” , y aprender a transitar estos dias aprovechando la energía que despiertan, más que padecerlos. La menstruación debería ser un período de reflexión y meditación, en el que aprovechamos la hipersensibilidad para tomar más conciencia de los colores, los sonidos, los sabores y otras sensaciones. Dicen también que durante la menstruacion se te abre el chakra cardíaco y nace una energía poderosa que no percibimos, desechamos y desperdiciamos. Al desperdiciarla se transforma en dolor, en molestias y broncas. Pero conviene estar alertas a cuando viene la menstruación para aprovechar toda la sabiduría que ella nos trae.
En vez de luchar en contra de tu menstruación , déjala fluir como una marea atraida por la luna.
Toda la sociedad nos priva de esta experiencia, porque los hombres se ponen celosos de que tengamos este ciclo tan natural y salvaje como un árbol que da sus frutos y flores.
Darle bolilla a tus necesidades durante la menstruación te harán una mujer mas en contacto contigo misma, menos enojada con tus ciclos vitales, mas en contacto con la naturaleza y más sana. No aceptar la menstruacion equivale a no aceptar un fenómeno unico. La respiración y la digestión la hacemos todos, pero la menstruación es únicamente femenina.
Dándole el espacio que merece a algo tan normal y fantástico como la menstruación, quitaremos de encima el trabajo enorme que presupone tener que ocultarla, los disimulos con nuestros hijos y hermanos, las palabras en código con nuestras compañeras, la haremos parte inseparable de nuestras vidas y un motivo de alegría y orgullo. En vez de escondernos cuando menstruamos…¡mostrémosle al mundo cómo es ser una mujer!.